No veo mi sol
por donde quiera que vaya,
no olfateo mis cenas en vela
para que cenar si no esta ella.
Tengo en la boca un sabor amargo
y no sabe a tabaco como antes sabia,
me sabe a dolor y a recuerdo;
que pena que estés boca abajo para verme mal,
No se ni tan siquiera si volverás.
Ya no duele, son tantas que no sangran las heridas.
Pero si queda esa impotencia de poder verte y cogerte del brazo...
Decirte que he perdido mis malas costumbres,
solo con pegarme contra la pared [y mil veces]
Ya no duele.
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